(a.i)

Bueno, esta ves el sudor helado no la paralizó dentro de las cobijas, ya le eran conocidas sus ataques de pánico, sobre todo en las noches en que dormía sola, el silencio le recordaba incesantemente que al final todo cesaría. Aquella noche se acostó desnuda en un intento de engañar la conciencia de su propio aislamiento, por lo que al destaparse cada poro de su tez se erizó en una violenta queja, volteó a una ventana, ni una estrella o luna que iluminara el ambiente, tal vez sería la luz de la ciudad, tal ves su vista que cada día empeoraba, inevitablemente se encontraba en la penumbra, ineludiblemente era sola.

Episodio Piloto

Sexo Casual reposó su cabeza en la mesilla y busco en su pantalón el cigarro guardado, el papel lucía igual de estriado que su confianza, una vez más le había hecho honor a su apodo, odiaba aquel alias, pero lo habían repetido tantas veces que había olvidado el propio. Esa noche había sucumbido con una casada, algo arrogante pero con la autoestima más baja que ella hubiese conocido, le fue presentada por Atari, su secuaz recurrente; una tal Mónica, nombre inventado probablemente, al avistamiento de un placebo que le permitiese vengarse de su novio que hacía una semana que no dormía en “el depa”.
Aunque Sexo Casual no solía beber, pues era una voyeurista de convicción, y disfrutaba observar de sus compañeros embriagarse rápidamente, ya fuera fingido o real, sus pretensiones eran siempre las mismas, y ella las distinguía desde un principio.

pomme fetiche

Tomó la manzana, la manzana le diría, con la navaja rebanó la piel verde y mordió su tejido blanco, entre sus dientes escurría el jugo, no lo trago, dejo descansar el fluido en su boca hasta escaldarse la lengua, comenzó a murmurarle iracunda a la fruta
::RAMERA RAMERA RAMERA::
tomo la navaja y siguió pelando el fruto, ahora entre el filo atrapo su propio meñique y la sangre brotó escarlata y violenta, con la parcimonia de un tango, cuando volvió a probar aquella carne, el jugo no era verde sino rojo, esta ves susurró
::hermosa hermosa hermosa::

a pixie's sigh

And this I know

Her teeth as white as snow

What a gas it was to see her

Walk her every day

Into a shady place

With her lips she said

She said

Hey Paul, Hey Paul, Hey Paul, let's have a ball

Hey Paul, Hey Paul, Hey Paul, let's have a ball

Hey Paul, Hey Paul, Hey Paul, let's have a ball

Gigantic, gigantic, gigantic

Our big big love

Gigantic, gigantic, gigantic

Our big big love

Her voice is beyond her ears

Contigo conocí la calma con la que duermo diariamente y la inquietud de despertar a encontrar nuevas ideas, albergarlas en azules oidos, porque me escuchas desnuda de prejuicio y cubierta de incondición.

Había una vez en Nowhereland, un bosque escondido donde regularmente no sucedía nada... en un tiempo criaturas se reunían sin que los ojos de las personas que se paseaban casi a diario se dieran cuenta... una noche que aparentaba ser como todas las noches... Se dió un encuentro... una ardilla y una gatita... algo tal vez fuera de lo común... algo que tal vez debía ser... La luna fué testigo de ese encuentro... y hoy canta alegremente esta unión bañándola con su luz intergaláctica... Las criaturas del bosque se reúnen para dar albrícias al amor de sus amigas y brindando con ellas la mejor de las fortunas...
Celebrando por siempre esta mágica noche.

merci beacoup aux Catnoir et Ilucy

::Jolie escargot::

Al fondo del mar gélido vivía Lucía el caracol violeta, siempre silenciosa, en su memoria había escrito 3 operas, 7 sinfonías y 18 sonetos. El primero de abril de hacía un lustro la había visitado un buzo que perdió su orientación, ella quiso invitarlo a un té y charlar sobre Frideric Handel, pero el dejó que el nitrógeno entrara a su sangre, y al subir sufrió una descompresión que le robó la cordura, Lucía al escuchar esto disfruto de la risa mas dulce de su corta vida.

ardiendo flores

quien lanza primero? piedras han de sobrar, mira el ojo ciego, el que juzga se escude en su propia maldad

navegando a casa

Elipsis

Y dio la casualidad que esa tarde decidió visitar el parque buscando a Silencio, lo encontró sentado en el pasto junto a un árbol, llevaba una larga pipa tallada en caoba que describía larga curva hasta tocar la hierba, rodeado por una nube de humo azul que parecía ser su aura. Ella contagiada de su mutismo vio la luz que lograba pasar entre su barba, recorriendo cada hoja del piso en una danza hipnótica, el sol fue bajando, las sombras crecieron y los dos permanecían sumidos en afonía inexplicable, pasaron unas horas y el barbullo de los grillos fue el único capaz de penetrar en sus miradas, la fiebre y el temblor de su mandíbula la despertó de aquel letargo, volteó al cielo, luz que recorría las barbas de Silencio era blanca y no amarilla como al principio, empezó a sentir miedo, el recelo que no sentía desde hacia meses ahora la invadía de duda, sus ojos se humedecieron, se murmuró a si misma y Silencio se esfumó.