Al quebrantar el cascarón, brota mi sangre
cae penetrando la harina de mis huesos
y el azúcar de mis cristales,
batido feto justo antes del parto,
escurre el humor de mi vainilla
recorre mis entrañas,
finalizando mi acto revelador:
los lunares que me definen,
que me hacen única,
las imperfecciones que cautivan.
Dividida en pequeñas porciones
entro al infierno,
donde mi cuerpo pierde su inocencia y suavidad,
me torno piedra,
comienzo a sudar y la sangre que corría en mi se torna sal,
mi tez blancuza es morena chamuscada,
salgo sólo para esperar el baño de leche que me hará moronas.
Wednesday, April 27, 2005
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